martes, 12 de diciembre de 2017

WONDERFUL TONIGHT (rescatado)

Apareció en la oficina una mañana de verano. No era la primera vez que la veía, había coincidido con ella varias veces antes por motivos de trabajo y ya se había fijado en ella. Sin embargo aquel día era algo especial, ya que venía para quedarse. Poco podría decir más de ella, su pelo negro, sus grandes ojos verdes y esa sonrisa que podría volver loco a cualquiera y, aunque esté mal decirlo, un cuerpo que te hace soñar. Todo esto es lo que vería cualquiera que no estuviera ciego, pero había algo más, la chica era dulce, agradable y buena amiga, y pese a que la atracción física por ella era facil de entender, era la atracción emocional lo que más le perturbaba. Desde el primer día habían encajado como piezas de un puzle, siempre coincidían charlando, riéndose juntos en la máquina del cafe, en la entrada o la salida del trabajo camino del aparcamiento. Nunca pensó que pudiera pasarle, pero hubo varios momentos en los que estuvo ¿enamorado? de ella. A veces se sentía como un colegial y las mariposas del estómago aparecían como cuando tenía 15 años, apenas podía dejar de pensar en ella, cuando coincidían en turnos su día se alegraba como si el sol no se fuese a apagar nunca, cuando estaban juntos se sentía tan bien que nada más importaba, ¿era amor? ¿quien podría decirlo?, pero la sensación era muy parecida. Con respecto a ella, pues no estaba seguro si los sentimientos eran los mismos, estaba claro que había amistad, incluso se podría decir que muy buena amistad, una complicidad muy grande y ¿algo más?. Con todos estos ingredientes se podría pensar que en cualquier momento podría surgir la “chispa” que incendiara todo, pero nada más alejado de la realidad. Existían muchos algunos condicionantes que hacían que todo aquello no pudiera pasar más allá de una ilusión. El primero y más fuerte era el que se definía con el conocido refrán “Donde tengas la olla…”, y es que de todos es sabido que mezclar el trabajo con las relaciones personales nunca llega a buen fin, y por otra parte la situación personal y la diferencia de edad entre ambos dificultaba el avance de aquella relación a algo más que una amistad. Todo esto que parece muy bonito sobre el papel, le provocaba un gran desasosiego una parte de él luchaba por la “racionalidad” y se esforzaba por convencerse de que no debería dejarse llevar por los sentimientos. Pero a ratos le invadía el hechizo que ella ejercía sobre él y no era capaz de sujetar sus emociones. Así fueron pasando los meses, años y con altibajos no era capaz de liberarse de aquella atracción. Intentaba evitar pensar en ello pero a veces era más fuerte y le atrapaba por completo. Por eso cuando por motivos de trabajo tuvieron que viajar a otra ciudad se propuso no hacer ninguna tontería, pero eso solo sirvió para parecer frio y distante, cosa que incluso no hacía más que empeorar la situación. Aquella noche, después de trabajar se fueron a cenar con varios compañeros, alguna vez ya habían coincidido en situaciones similares y la presión que soportaba en esos momentos se hacía insufrible, así que optó por aguantar las situación lo mejor que supiese. La esperó en el hall del hotel y cuando apareció, estaba simplemente perfecta, su pelo negro brillaba con unos reflejos azulados que harían palidecer al más brillante de los zafiros, su vestido ni muy serio ni muy atrevido hacía que todas las cabezas se volvieran al pasar y cuando llegó a su lado le dedicó una sonrisa que podía haberle convertido en una estatua de sal y ni siquiera se hubiese dado cuenta. le tendió el brazo y le dijo “vámonos, que la noche se hace corta”, no dijo nada simplemente la siguió. No se si fue el vino de la cena, las copas de después o simplemente la química pero esa noche lo pasaron realmente bien, rieron, jugaron; todo lo que dos amigos que salen de copas pueden hacer en una noche. Pero cada vez que le rozaba, cada vez que se reían abrazados, sujetándose el uno al otro intentando resistir a la fuerza de la gravedad y a los efectos del alcohol, él se sentía morir por dentro. Cada vez que sus cabezas se juntaban bailando debía resistir una fuerza de atracción de infinitos G’s para no intentar darle un beso, pero ¿Cuánto tiempo podía resistir? El cansancio de la noche y el alcohol ingerido hacían que su férrea voluntad se debilitase a cada momento, ¿Cuánto tiempo podría aguantar con la lucidez necesaria para no sucumbir ?. Sus otros compañeros hacia rato que se habían retirado, cuando emprendieron el regreso al hotel, iban abrazados, más por sujetarse ambos para no caerse de la borrachera que por otra cosa, pero su mente pese a estar bastante borracho, procesaba ideas a una velocidad vertiginosa. ¿Qué haría al llegar a la habitación? ¿Qué le diría? , todo ello pasaba por su cerebro como relámpagos en una noche de tormenta, los pensamientos se sucedían uno tras otro sin dar tregua. Cuando entraron en el ascensor, él recordó una canción de Burning, y empezó a cantarla - -“Suuubimos eeen el Asssscensor…..su pelo negro sensual….y chanel….ellaaa se despidióoo en el seeeis y su perfuume allí quedo….yo con eeeeel” Ella se empezó a reir, y le preguntó que que diablos era aquello, y él le dijo: -los Burning, niña, nada más ni nada menos. Y se rió a carcajadas. Salieron del ascensor y comenzaron (o al menos intentaron hacerlo dignamente) a caminar por el pasillo hacia las habitaciones, la suya era la primera. Se paró en la puerta, y antes de que pudiera decir nada, le dio un beso en la mejilla y le dijo: -“me lo he pasado muy bien…me voy a dormir”. El se quedó apoyado en la puerta de la habitación sin poder articular una palabra, mientras la veía caminar por el pasillo como una supermodelo camina por la pasarela. Sintió deseos de gritar: - “Ven, quédate esta noche conmigo” pero sabía que no debía, la observó caminar hasta entró en su habitación, con la esperanza en que girara sobre sus pasos y volviese a donde el estaba, pero ni siquiera giró la cabeza. Eso solo sucede en los sueños y en las películas, en la vida real todo es más simple y menos espectacular. Abrió la puerta de la habitación y se metió dentro, mientras un puñado de lágrimas amargas corrían por su garganta, incluso un par de ellas se deslizaron por sus mejillas. En ese momento el mareo del alcohol se había convertido en una pesada losa y se sentía realmente mal, corrió al baño y vomitó mientras lloraba, después se dio una ducha y se tumbó sobre la cama. Cuando despertó (.. el dinosaurio ya se había ido… ja..ja...), se dio cuenta que no había sido nada más que un sueño, seguía en su cama solo como casi siempre. Se levantó se preparó el desayuno mientras sonaba en la radio “Wonderful Tonight”... verdaderamente lo había sido, salvo por la resaca.

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