miércoles, 7 de febrero de 2018

UNA FOTO EN BLANCO Y NEGRO...


- I-

Se lo había pedido su sobrina que necesitaba aquel libro para un trabajo de clase. Un tal Gustavo Adolfo Becquer lo había escrito hacia ya siglo y medio, buscó entre los lomos ajados y vió “Rimas y Leyendas” semiborrado por el uso y el tiempo. Allí estaba en lo alto de la una estantería del desván, estaba cubierto de polvo, debía hacer unos quince años que nadie lo tocaba. Se subió a un taburete, y aun así no lo alcanzaba, se estiró un poco más y ya casi lo tocaba con la punta de los dedos, a punto estuvo de perder el equilibrio intentándolo, pero antes de que acabara en el suelo con algún hueso roto, arrastró el libro que cayó al suelo abriéndose por la mitad. Cuando se bajó del taburete y se dispuso a recogerlo vio que de dentro se había caído algo, era una fotografía en blanco y negro.

Desde el suelo, en la fotografía, un chico con el pelo largo y una burlona sonrisa la miraba .

“Vaya, parece que el libro encerraba algo dentro después de todo!” Todos los libros guardan una historia, pero si además se utiliza una fotografía como marcapáginas, la historia puede llegar a ser doble. Hacía unos dieciseis años que había tomado la fotografía, pese a ser en blanco y negro de pronto recordó con exactitud todos los detalles como si hubiera sido ayer mismo, era finales del invierno o principios de primavera, un día soleado y fresco habían estado paseando y ella divertida le había hecho la foto. Incluso recordó como la revelaron los dos en el cuarto oscuro de la Universidad y como cada uno guardó una copia, e instintivamente volteó la fotografía y comenzó a leer.

“Si existiese una máquina para parar el tiempo, sin duda sería parecida a una cámara fotográfica, capaz de congelar los momentos en una fotografía, y cada vez que la miras vuelves a sentir lo mismo aunque hayan pasado cientos de años. Yo ahora soy feliz, y lo seré siempre que mires esta foto”

Sonrío, y comenzó a recordar a aquel chico que conoció en su primer año de Universidad. “Vaya tío engreido y chulito”- pensó la primera vez que le vió hacer el gallito delante de sus amigos, pero en el fondo le pareció “mono” aunque no era lo que ella había venido a buscar, en realidad no había venido a buscar nada, simplemente a estudiar, en su casa habían hecho un gran esfuerzo y ella debía corresponderles, no estaba el tema para perder el tiempo.


- II -

Donde todo empieza...

Había transcurrido más de un mes desde que lo había visto por primera vez y apenas habían cruzado cinco palabras, pero le veía todos los días en el comedor de juerga con sus amigos, se dio cuenta que la primera impresión que se había llevado de él no estaba alejada de la realidad , siempre estaba “revoloteando” alrededor de alguna chica , cuando no estaba borracho con sus amigotes, una “joya” de chico. Pero por alguna extraña razón no podía dejar de pensar en él, “nada importante” pensó en aquel momento.

Unos días más tarde el chico comenzó a ser más amable y comunicativo con ella, la saludaba en el comedor, un día incluso la acompañó a clase charlando de cosas insustanciales y otra cosas así. Ya no parecía tan “golfo”, e incluso le parecía un buen chico, en ese momento todavía no se había dado cuenta pero había comenzado a enamorarse, cosa que nunca quiso admitir.

En el comedor había unos casilleros donde la gente guardaba sus libros y pertenencias durante la comida. Un día al ir a recoger las suyas se encontró una carta “anonima”, se dispuso a leerla y casi le da un pasmo, era de él. La leyó de principio a fin de un tirón, no se podía creer lo que leía, es más no se lo quería creer, seguro que era una broma urdida entre el “golfo” y sus amigotes para reirse de ella. Se guardó la carta y no le hizo el menor caso.

Como suele ser costumbre en la Universidad, las fiestas forman una parte mas de la “educación” que reciben los jóvenes, y aunque ella no era muy amiga de fiestas, sus amigas la convencieron para salir aquella noche.

Fue una encerrona al más puro estilo barriobajero, sus amigas la llevaron a la fiesta y claro, allí estaba él, que nada más llegar se fue rápidamente hacia ella ofreciéndole una copa y conversación. Tiempo después, sabría que gracias a sus confidencias con sus amigas, el típico “me gusta este chico....este chico me parece guapete…etc” y que él había también hablado con ellas, lo habían organizado todo para que esa noche pudieran conocerse un poco más.

Estuvo mucho rato hablando con él, y cada vez se confirmaban más sus sospechas de que en el fondo era un buen chico, una de dos, o no era tan “delincuente” como parecía o era un mentiroso de tomo y lomo. En ese momento su desconfianza le hizo decantarse por la segunda opción, que era la que la hacía sentirse más segura y la que le parecía menos arriesgada para no terminar con el corazón roto y con un buen disgusto. Así que esa noche, apenas le hizo caso y le estuvo dando respuestas evasivas. Al rato ella se tuvo que ir y él se quedó con sus amigos.

Al día siguiente no podía salir de su asombro cuando le vió entrar en la cafetería abrazado a otra chica. Vaya sinvergüenza, todo lo que le había dicho la noche anterior era mentira, en el fondo había hecho bien en no hacerle caso. Desgraciadamente, ya había algo en aquel chico que le había llegado, y no era capaz de dejar de pensar en el, aunque en ese momento para nada bueno. Cuando lo vió entrar en la cafetería con aquel “putón verbenero” le hubiera arrancado los ojos. Se marchó a casa y estuvo llorando un buen rato.

A los pocos días, él comenzó de nuevo su “acoso y derribo” pero ella se mostraba totalmente indiferente, a sus palabras y tonterías, no quería estar al lado de un chico como ese, por mucho que le gustara.

- III-


Wild horses could`t drag me away....


Pero un día, sucedió algo que le hizo cambiar de opinión sobre él. Era un día soleado y con una temperatura agradable, y en una zona de la universidad donde había unos bancos en la que solían sentarse en los descansos de las clases, le vió sentado solo y con un libro entre las manos, no se lo podía creer. Nunca hubiera pensado que un especimen de Neanderthal como aquel supiera leer, y mucho menos cuando se acercó y vió que el libro que tenía entre las manos era nada más y nada menos que “Rimas y Leyendas” de Becquer, y parecía que incluso lo tenía del “derecho” y el movimiento de sus ojos y su cabeza hacían pensar en que lo estaba leyendo de verdad. Se acercó y se sentó a su lado y el con esa sonrisa de picaruelo, la saludó con una de sus frases “escogidas” – “Buenas Tardes pequeña” le dijo poniendo voz de galán de Hollywood, y ella no pudo menos que soltar una carcajada.

-“Que estás leyendo?” le preguntó.
-“El monte de las ánimas”.. “la conoces?”
-“Si… pero no pensé que tu si la conocieras… se me hace raro verte leyendo algo que no sea el Marca o el Playboy” dijo burlona
-“Hay muchas cosas que no sabes de mi…y parece además que no tienes mucho interés en conocerlas”
-“Te invito a un café… y si quieres te las cuento”

Ella se quedó pensativa, por una parte le apetecía descubrir cosas, pero por otra su sentido de la responsabilidad no le dejaba perderse una clase que tenía en unos diez minutos.

-“No puedo, tengo clase… yo soy de las que no les gusta hacer pellas…no como a otros”
-“ Bueno….yo no tenía pensado ir a más clases…así que te espero cuando salgas y vamos”

La había pillado. No había escapatoria y en el fondo a ella le apetecía así que le dijo

-“En una hora salgo… No falles”
-“Wild Horses, couldn’t drag me away” le contestó….

Ella le miró con los ojos como platos y le dijo
-“Que me has dicho?”
-“Digo que ni siquiera una manada de Caballos Salvajes podrían arrastrarme de tu lado”... y se echó a reir.

Se fue a clase, aunque no se enteró de mucho, estaba más pendiente de la hora que de las explicaciones del profesor.
A la salida allí estaba él con una gran sonrisa esperándola, y se fueron a tomar café y cuando se quisieron dar cuenta era casi la hora de la cena, habían estado toda la tarde charlando, contándose su vida.

Unos dos o tres cafés más y ya era casi un “noviazgo” oficial.


-IV- 

 ya no me acuerdo....


Pasó el otoño y llegó el invierno, cada vez se daba mas cuenta de la diferencia que existía entre conocer a una persona de verdad, o ver solo la imagen que proyecta ante la sociedad, en muchos casos es totalmente distinta tanto para bien como para mal.

Su imagen exterior era solo una “pose”, en el fondo era un muchacho solitario y melancólico, le gustaba leer poesia, escuchar música, y hablar; siempre tenía la palabra justa en el momento exacto. Tanto para hacer reir como para hacer llorar, daba igual, podía pasar de ser una persona extremadamente graciosa y ocurrente a ser hiriente y mordaz a poco que se lo propusiera, lo peor es que a veces lo hacía sin querer y ese era unos de sus defectos, otro de ellos es que era un poquito egoista y caprichoso, pero ¿quien no lo es?, y menos cuando estás enamorado.

Aquella primavera fue perfecta, fue la época en la que se tomó la fotografía, y quizá fue cuando más enamorada estuvo de él, incluso esto le hizo descuidar un poquito sus estudios. Fueron días de risas y amor, incluso bueno…pues ya me entendeis no?

Fue entonces cuando él le regaló aquel libro de Becquer, y le contó su pequeña historia.

Este libro perteneció a la biblioteca del colegio donde había estudiado EGB, y podíamos decir que había sido “distraido” de la custodia de la bibliotecaria. Se lo había llevado a casa como préstamo y lo había extraviado, pasó el tiempo y nadie lo reclamó y el no recordó devolverlo, unos meses o quizá más de un año más tarde apareció por algun rincón de su casa, y en el fondo como le dio vergüenza devolverlo y hasta ese momento parecía que nadie lo había echado de menos optó por quedárselo. Ni mucho menos se sentía orgulloso de su hazaña y en ese momento pensó que regalándoselo al menos se deshacïa del “cuerpo del delito”, y por una buena causa.

Ella rió a carcajadas al saber de la historia del libro, y prometió que lo cuidaría y no olvidaría de donde procedía.

Así como quien no quiere la cosa, llegó el verano y hubieron de marcharse a sus respectivas casas. Y aunque se prometieron amor eterno y todo eso, entre casi adolescentes el amor no suele ser “para toda la vida” , por unas u otras circunstancias después del verano ya se habían separado.


Ahora volvía a tener aquel libro que él le había regalado entre las manos, lo abrió por el principio de “El Monte de las Animas”…y comenzó a leer “La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria.”… a punto estuvo de resbalar una lágrima por sus mejillas y se quedó pensando que habría sido de ese chico de pelo largo y sonrisa burlona. Hacía unos quince años que no había vuelto a saber de él, desde que se habían dicho adios apenas había pensado en el y se preguntó si habría alcanzado aquellos sueños que le contaba mientras estaban abrazados en la penumbra de su habitación. Y se preguntó que había hecho con su propia vida, ninguno de los planes que había compartido con él se había convertido en realidad, le habría pasado a él lo mismo?

De pronto recordó la promesa que le había hecho, y cuando bajó del desván con el libro polvoriento en la mano, se lo dio a su sobrina.

“Toma te lo regalo”….

Pensó que era lo mejor que podía hacer con un libro “de préstamo”, y le contó la historia del libro y de donde procedía.

Acto seguido se guardó la fotografía en el bolsillo de la chaqueta. Sin saber porque se fue a pasear bajo la fina lluvia que caía en la calle, sin paraguas, como a él le gustaba hacer cuando se sentía melancólico.



FIN….

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